La posición más segura para dormir a tu bebé

Muchas mamás cometemos el error de colocar cosas en la cuna de nuestro bebé cuando va a dormir: cobijas, almohadas, protectores de cuna, edredón, muñecos de peluche… Pero las recomendaciones de los doctores son contrarias a una cuna llena de artículos, tampoco es buena idea acostarlos bocabajo, como hacían nuestras abuelitas. ¿Cómo debe ser el lugar para dormir a nuestros pequeños, cuál es la posición más segura para ellos?

La posición más segura para dormir a un bebé

La escritora y mamá, Emily Oster, con quien platicamos a propósito de su libro Criar sin mitos, explica que cuando éramos niños era común dormir a los bebés bocabajo, cubiertos por una cobija gruesa y rodeados por protectores, “tenía sentido, los bebés son tan pequeños y las cunas no son cómodas. Asusta un poco la idea de un bebé diminuto acostado solo en una cuna gigante”.

Hasta inicios de la década de 1990, la posición más común para dormir a los bebés era bocabajo, la razón más probable es que así “no se despiertan tanto”. Sin embargo, desde la década de los setenta había indicios de que dormir bocabajo se relaciona con más riesgo de síndrome de muerte prematura del bebé, también llamada muerte de cuna.

Con el paso del tiempo e investigaciones muy contundentes que avalaban el peligro de dormir bocabajo, las academias de pediatría en todo el mundo, emitieron recomendaciones diferentes. En la guía, Sueño seguro para el bebé, del Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano (NICHD, por sus siglas en inglés), se explica que los bebés duermen más seguros bocarriba.

“La posición bocarriba es la posición más segura para todos los bebés hasta que tengan un año de edad y deben colocarse en esa posición lo antes posible después de su nacimiento. Los bebés que duermen bocarriba son mucho menos propensos a morir a causa del síndrome de muerte súbita del bebé que aquellos que duermen bocabajo o de lado. Es recomendable que duerman así durante las siestas y por la noche”, dice el documento.

Se señala incluso que los bebés que están acostumbrados a dormir bocarriba si luego se les coloca bocabajo como para una siesta, corren un riesgo muy alto.

¿Se debe de reacomodar al bebé si cambia de posición? Según la guía, “si el bebé mientras duerme rueda por sí mismo de bocarriba a bocabajo o viceversa, no hay necesidad de reposicionar al bebé. Ponerlo a dormir bocarriba al acostarlo es lo más importante para reducir el riesgo del síndrome de muerte súbita del bebé”.

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El mejor lugar para dormir a un bebé

La Academia Americana de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés) concuerda en que los recién nacidos deberían dormir solos, en una cuna o moisés, y bocarriba.

“La guías de la AAP dicen que dentro de la cuna con el bebé no debe haber nada. No se deben usar protectores, es decir, las almohadillas alrededor de la cuna para evitar que sus manitas o pies se atoren”, explica Emily Oster.

Oster recomienda que los recién nacidos duerman en la recámara de los padres, pero en su propia cuna o moisés, no en la cama con ellos. “Estas recomendaciones son diseñadas para reducir el riesgo de síndrome de muerte súbita del lactante”.

Por su parte, la guía de la NICHD también hace alusión a no poner cosas en donde duerme el bebé: “Al poner a tu bebé a dormir, usa una superficie firme y plana, como un colchón en una cuna, moisés, cuna portátil o corralito, cubierta con una sábana ajustable. No incluyas otro tipo de ropa de cama ni objetos acolchonados en el lugar de dormir”.

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Lugares que NO son recomendables para dormir a tu bebé

La NICHD también indica ciertos lugares que nunca deberíamos utilizar para dormir a nuestro bebé. Por ejemplo:

  1. Nunca coloques al bebé para que duerma sobre superficies blandas o acolchonadas, como en un sillón, un sofá, un colchón de agua, una almohada, un edredón, una piel de borrego o una cobija. Estas superficies pueden ser muy peligrosas para los bebés.
  2. No pongas a tu bebé a dormir regularmente en un asiento para automóvil, una carriola o silla de paseo, un columpio, un porta bebé, un cargador de tela, como un fular o rebozo, ni productos similares.
  3. El bebé no debe dormir en una cama para adultos, en un sillón o en una silla solo, contigo o con cualquier otra persona, incluidos hermanos o mascotas. Compartir la habitación reduce el riesgo del síndrome de muerte súbita del bebé.
  4. Si llevas al bebé a una cama para adultos para alimentarlo o calmarlo, quita todos los artículos blandos o acolchonados y cobijas o cobertores. Cuando haya terminado, regresa al bebé al lugar donde duerme solo, como una cuna, un corralito o un moisés, y cerca de tu cama.
  5. Los sillones y sofás son muy peligrosos para los bebés, si los adultos se duermen mientras alimentan, calman o cargan al bebé en ellos. Los padres y otros cuidadores deben ser conscientes de lo cansados que están durante estos momentos. No hay evidencia a favor o en contra de los dispositivos o productos que afirman que compartir la cama es “más seguro”.
  6. No pongas objetos acolchonados, juguetes, protectores para cunas ni cobijas o cobertores de cama sueltos o debajo del bebé, sobre el bebé o en cualquier lugar donde duerme el bebé.
  7. Ponle a tu bebé ropa de dormir, como un saco de dormir, diseñado para mantenerlo calientito sin necesidad de arroparlo con cobijas sueltas. Vístelo adecuadamente para la temperatura ambiente y no demasiado abrigado. Los padres y cuidadores deben vigilar los signos de sobrecalentamiento, como sudoración o sensación caliente del pecho del bebé al tacto. Mantén la cara y la cabeza del bebé descubiertas mientras duerme.

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No caigas en la tentación

Para Emily Oster, aunque las recomendaciones de la AAP y otras instituciones son muy fáciles de comprender, puede ser difícil seguirlas, en particular en medio de la agotadora confusión que experimentan los nuevos padres.

“Muchos recién nacidos duermen mejor bocabajo y es demasiado tentador dejarlos dormir así siempre cuando ninguna otra cosa funciona. También puede ser tentador dejarlo dormir en la cama o el sillón, sobre todo mientras lo amamantas, pero hay que pensar con cuidado los riesgos”, concluye la autora.

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