La transformación y cuidados de la piel en el embarazo

Por Nonantzin Martínez

Durante el embarazo, todo el cuerpo se prepara para albergar a un nuevo ser, incluida la piel, nuestro órgano más extenso. A lo largo de las semanas, incluido el puerperio, ella y sus estructuras relacionadas como pelo, uñas y mucosas vivirán transformaciones, se expandirá y será el blanco de las hormonas, por eso es importante que en esta etapa se le procuren cuidados.

La Dra. María Guadalupe Matus Ruiz, médica internista y dermatóloga por el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, señala que es muy importante conocer estos cambios, para así poder saber cuándo son normales y cuándo hay que buscar atención médica. A continuación, la experta nos da detalles de los principales: 

Aumento en la pigmentación. Casi todas presentarán un oscurecimiento de su piel, sobre todo en las areolas, línea media del abdomen, alrededor del ombligo, axilas, entrepierna, pecas y cicatrices recientes. La mayoría de las veces serán cambios discretos que se resolverán meses después de tener a tu bebé.

Lo que puedes hacer: si la pigmentación es generalizada y se acompaña de otros síntomas como cansancio extremo, debilidad y baja de presión arterial, busca a tu médico. 

  • Melasma o cloasma del embarazo. Hasta un 75% de las embarazadas presenta esta pigmentación café. Normalmente se observa en el centro de la cara; después, en el dorso de la nariz, frente, área del bigote y pómulos. La radiación solar lo empeora y hace que se mantenga dicha pigmentación. Pero, tranquila, todo suele regresar a la normalidad tres meses después del parto. Se cree que existen factores genéticos que pueden favorecer la presencia de cloasma.

Lo que puedes hacer: evita la exposición excesiva al sol y usa una pantalla solar mineral de acuerdo con tu tipo de piel (más recomendables que los filtros químicos, en esta etapa). La fotoprotección incluye también usar sombreros de ala ancha –de al menos 9 cm de ala–, buscar la sombra, usar ropa de tela con costuras cerradas y evitar el sol entre las 10 y las 16 horas. Debes saber que la mayoría de las manchas desaparecerán en el primer año después de haber tenido a tu bebé. No se recomienda el uso de productos despigmentantes durante la gestación; posterior a ello, tu especialista en piel podrá darte las mejores recomendaciones. 

  • Cambios vasculares y várices. Pueden aparecer una especie de venitas como en forma de “arañitas” –principalmente en la cara, cuello, pecho, brazos y manos–, várices, enrojecimiento de las palmas, tumores benignos de origen vascular, bochornos, cutis marmorata –una especie de red morada, sobre todo en las piernas–, edema o hinchazón de los tobillos, manos y cara y puntitos rojos en la piel por fragilidad capilar. Estas situaciones están favorecidas por los altos niveles hormonales, lo que conduce a la formación de muchos vasos. 

Lo que puedes hacer: descansa, eleva las piernas, duerme sobre tu costado izquierdo, no dejes de hacer ejercicio y evita periodos largos de pie o con las piernas colgando. Si esto último te pasa, usa medias de compresión para evitar que se hinchen y disminuyas el desarrollo de várices. 

  • Estrías del embarazo. Después del cloasma, las estrías del embarazo, son otro problema cosméticamente molesto y muy frecuente. Normalmente empiezan a visualizarse entre el 6º y 7º mes de gestación. Aparecen, en su inicio, como marcas lineales rosadas o violáceas; poco a poco se van deprimiendo y ensanchando. Con el tiempo, pierden color y se ven más claras que la piel circundante. Son más prominentes en el abdomen, pero también se pueden notar en los pechos y las caderas. Factores genéticos –si tu mamá o hermanas las desarrollaron, lo más probable es que tú también las presentes–, físicos y hormonales dan origen a esta condición.

Lo que puedes hacer: no existe una crema especial que te ayude a evitarlas, pero sí puedes prevenir que sean menos intensas si cuidas tu alimentación y no ganas más peso del  correcto para tu edad gestacional. También contribuye tener la piel bien humectada. Después del parto, tu dermatóloga te podrá recomendar terapias, como el láser, para desvanecerlas. 

Avisa a tu doctor si tienes planes de embarazo o si ya estás embarazada, ya que algunos productos cosméticos y medicamentos no se recomiendan durante este periodo.

  • Comezón o prurito. Hasta un 20% de las mujeres embarazadas pueden sufrir comezón sin que haya un problema específico de la piel –sobre todo en la segunda mitad del embarazo y sobre todo al final–. Las zonas más frecuentes son la piel cabelluda, el abdomen y la región genital y perianal. Si la comezón es generalizada, debes acudir a tu médico. Existen problemas de la piel específicos del embarazo que se acompañan de erupciones y comezón. No suelen poner en peligro la vida de la madre ni de su bebé pero suelen ser muy molestos y aparatosos. 

Lo que puedes hacer: usa ropa de algodón en contacto directo con tu piel y no abuses de los suavizantes. Ten a la mano crema fría para ponerte abundantemente. El baño coloide (de avena o soya) también puede ayudar, pero es importante que acudas con tu médico para que te revise. Evita rascarte.

  • Cambios en la sudoración. Al final del embarazo, podrías presentar sudoración excesiva, lo cual, a veces, ocasiona sarpullido. 

Lo que puedes hacer: mantenerte fresca y con ropa ligera disminuye el problema. 

  • Cambios en el pelo. Gracias al efecto de las hormonas sobre los folículos pilosos, aumenta el vello facial y corporal, que disminuye seis meses después del parto. Respecto al cabello, suele verse más grueso, con mayor densidad y volumen; no obstante, uno a dos meses después del parto habrá una caída abrupta y abundante que puede asustarte. No te preocupes, es transitorio y su duración va de tres a 15 meses. 

Lo que puedes hacer: utiliza un shampoo con detergentes (sulfatos) suaves. Evita friccionar durante el baño, al secarlo o al estilizar. Puedes usar una toalla de microfibra, que es más absorbente y disminuye el frizz. No se recomienda realizarse permanentes ni decoloración del cabello en esta etapa, pues aunque no se ha comprobado, es probable que los productos químicos pasen a la circulación y de ahí al bebé. ¡Aprovecha a lucir tu pelo tal cual es, estará en su mejor momento! 

  • Membranas mucosas. Las encías pueden estar sensibles y los dientes más propensos a las enfermedades. Es importante seguir una buena higiene dental y bucal. La mucosa de la nariz también puede inflamarse y causar una sensación de  una leve congestión.

Lo que puedes hacer: visita a tu dentista para vigilar la salud de tus dientes. Seguramente te recomendará un cepillo de cerdas suaves y una pasta dental sin mucho mentol. Evita comer cosas muy picantes, muy ácidas o muy calientes para que tus papilas y encías no se inflamen. Respecto a la congestión, esta mejora con atomizaciones de solución salina.

Otra condiciones:

  • Uñas. Pueden crecer más rápido, aunque estar más frágiles, verse opacas, sin brillo y con líneas longitudinale, e incluso cambiar de color y oscurecerse. 
  • Verrugas no virales en el cuello y otros pliegues. Son frecuentes durante la segunda mitad del embarazo. Suelen disminuir de tamaño o incluso desaparecer después del parto. 

Como has visto, la piel sufrirá grandes transformaciones. La mayoría son transitorias, pero es necesario seguir medidas específicas para este momento tan especial de la vida. No olvides que los cuidados de la piel, como el uso de dermolimpiadores sustitutos de jabón y humectar la piel de cara y el cuerpo con cremas sin perfumes ni pigmentos, incluyen los de tu salud en general: duerme bien, toma suficiente agua y aliméntate sanamente.

Para finalizar, la dermatóloga Matus Ruíz señala que no se recomienda hacerse tatuajes o piercings durante el embarazo, ya que pueden aumentar los riesgos de infecciones, ser muy incómodos por los cambios asociados al embarazo y, en algunos casos, se tendrían que retirar o complicar procedimientos durante el parto o cesárea. Algunos anestesiólogos no realizan anestesia epidural si hay una tatuaje en esa zona por el riesgo hipotético de que pueda aumentar el riesgo de complicaciones por la penetración de las tintas al espacio epidural.