Mantén la rutina del desayuno durante las vacaciones

Por José Ángel Araujo

Durante las vacaciones, las alarmas del despertador cambian de hora o simplemente se desactivan. Son algunas semanas en las que los niños y las niñas no quieren saber nada sobre levantarse temprano; sin embargo, la rutina matutina del verano no debería ser muy distinta a la del periodo escolar, especialmente por uno de los pilares para arrancar la jornada: el desayuno.

Esta es la comida más importante del día, porque el cuerpo viene de un ayuno muy prolongado, en el caso de los niños de hasta por 12 horas, explica la nutrióloga pediátrica Claudia Talavera. “El desayuno es el primer boost de nutrientes y de energía que recibe el cuerpo para poder iniciar con sus actividades regulares”, así que es fundamental llevarlo a cabo.

Pero en vacaciones la rutina cambia casi por completo. Según la National Sleep Foundation, durante el periodo de descanso escolar los niños empiezan a dormirse más tarde y, por ende, a despertar mucho más tarde a la mañana siguiente. Cuando esto sucede, la mayoría prefieren dormir más que levantarse a desayunar.

A nivel mundial, al menos uno de cada tres niños menores de cinco años no crece de manera adecuada porque sufre una o más de las tres formas visibles de malnutrición: retraso en el crecimiento, emaciación (pérdida involuntaria de peso) o sobrepeso debido a la falta de una alimentación mínimamente diversificada.

UNICEF

La rutina sí importa

El descanso es válido, ¡y muy necesario!, pero es importante respetar un esquema de alimentación. Para que este sea exitoso, es imprescindible tener horarios. Lo ideal es desayunar media hora después de despertar, aunque probablemente los chicos no sientan apetito. 

Si los pequeños no aceptan el desayuno completo, la nutrióloga Claudia Talavera recomienda darles un pequeño snack o colación y, más tarde, como si se tratara del recreo, ofrecerle un almuerzo que incluya los cinco grupos de alimentos: “a los niños les gustan cosas que sean fáciles de comer, así que puedes prepararles una quesadilla, huevito revuelto con verduras, sándwich de queso panela con aguacate y germen de alfalfa, por ejemplo”. 

La especialista agrega que debemos evitar darles calorías vacías, como las presentes en bebidas o alimentos con alto contenido de azúcar y/o harinas refinadas. 

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Construyendo un hábito

Es importante que el desayuno se considere como un hábito, además de buscar que sea compartido. Sentarse a la mesa puntualmente e incluir mayor variedad de alimentos saludables todos los días debería ser la norma en casa, y nada mejor que predicar con el ejemplo.

Adquirir el hábito no es nada complicado, pero se necesita paciencia y disciplina. Hay que ir de menos a más, sobre todo si no están acostumbrados a desayunar. Ofrece algo pequeño, nutritivo y atractivo para que los niños vayan enrolándose al ritmo y la rutina: “puede ser un puñito de nueces o un yogur, como el Danonino bebible, y más tarde un almuerzo o lunch más completo”, sugiere la nutrióloga.

Idealmente, los niños y niñas deberían comer cada 3 o 4 horas, para que al final tengan tres comidas y una o dos colaciones.

Según datos de la Academia Americana de Pediatría, entre el 8 y 12 por ciento de los niños en edad escolar se saltan el desayuno. De no adquirir el hábito en esta edad, para la adolescencia, entre el 20 y el 30 por ciento no probará un bocado en las primeras horas del día.

Más nutrientes al plato

El desayuno también es una buena oportunidad para que los niños y las niñas obtengan de productos como los huevos, alimentos fortificados, leche y yogur, calcio y vitamina D, sustancias que fortalecen los huesos (durante la infancia y al entrar a la adolescencia, los huesos continúan desarrollándose).

La Academia Americana de Pediatría recientemente recomendó duplicar el consumo de vitamina D (de 200 unidades internacionales (UI) al día a 400 UI), ya que ahora se sabe que también estimula la inmunidad y ayuda a prevenir las infecciones, las enfermedades autoinmunes, el cáncer y la diabetes. 

Aunque el camino a una vida más saludable no es difícil, lo recomendable es ir adoptando pequeños cambios poco a poco, así que empieza por convertir al desayuno en una prioridad para toda la familia. Y la niñez es la mejor etapa para comenzar esta práctica, pues “las familias que comen juntas tienden a comer en forma más saludable”, afirma la UNICEF. 

“Los papás somos su ejemplo, por eso las comidas en familia tienen un impacto positivo en la aceptación de alimentos y en la formación de hábitos. Busquemos el espacio para comer con nuestros hijos e hijas y observar qué les gusta, así como detectar signos de alerta a los que debemos estar atentos”, finaliza la nutrióloga pediátrica Claudia Talavera. 

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