Ser una familia resiliente

Por Nayeli Rueda

A lo largo de nuestra vida, los seres humanos nos iremos enfrentando adversidades y muchas veces tendremos que empezar de nuevo. Con la crisis sanitaria derivada del virus SARS-CoV-2, las pérdidas y contratiempos se han hecho más notorios, pero estas situaciones no son propias de la pandemia: son parte de la vida misma.

¿Cómo afrontar las dificultades que se presenten, ya sea la pérdida de un empleo, un encierro prolongado como el que ahora estamos viviendo o una separación? Siendo resilientes. “La resiliencia implica trabajar en nuestra fuerza interna para salir de un escenario gris a uno más soleado, aunque ya no seremos los mismos”, explica la pedagoga Diana María Cruz Torres, subdirectora académica en el nivel básico del Sistema Educativo Nacional.

No hay recetas para ser resilientes. Sin embargo, para desarrollar esta capacidad se pueden poner en práctica algunas fortalezas, en pareja y con los hijos, como el conocimiento de sí mismo, la aceptación de la situación, ser positivos, tener sentido del humor y lograr un autocontrol de las emociones.

Actualmente las escuelas y sus nuevos programas de estudio están contribuyendo al desarrollo de estas habilidades tan importantes, no obstante, “la probabilidad de tener hijas e hijos resilientes aumenta, en gran medida, cuando los padres logran desarrollar su capacidad de resiliencia”, enfatiza la experta Cruz Torres.

Las primeras dosis de resiliencia

Desde que nacen, niñas y niños reciben sus dosis iniciales de resiliencia: “la resiliencia de los padres es una guía para que aprendan cómo enfrentar adversidades, pero también lo son sus propias emociones. Hay que dejar que vivan y expresen sensaciones como el miedo, una emoción que termina siendo parte de nuestra subsistencia”, explica la experta Cruz Torres.

La primera etapa de la vida es crucial para que una persona tenga una base sólida en la conformación de su personalidad, por eso la familia debe aceptar las características personales de sus hijos e hijas y potenciar algunas aptitudes.

Ninguna persona nace siendo resiliente. Los primeros humanos tuvieron que fortalecerse ante los cambios climáticos, la escasez de alimentos y entornos hostiles.

Evitar que los hijos sufran y sobreprotegerlos es perjudicial para su desarrollo. Hay situaciones que, como papás y mamás, no podremos controlar y, al tratar de hacerlo, estaríamos dejando a niñas y niños indefensos y vulnerables.

“Nuestras hijas e hijos tienen que vivir las adversidades y ejercitar la resiliencia. De lo contrario, serán adultos dependientes que no sabrán cómo resolver sus propios conflictos. Tampoco aprenderán cómo relacionarse con sus pares en un contexto real”, explica la también maestra en psicología Diana María Cruz Torres.

Ante una situación adversa, la experta recomienda trabajar, primeramente, en nuestra persona. “Si es necesario, tanto mamá como papá deben hacer uso de sus redes de apoyo, pues al estar bien nosotros, nuestros hijos también estarán bien”.

Todos viviremos adversidades que no podremos controlar, por eso es necesario poner en práctica la resiliencia para resistir a cualquier presión y recuperarnos.

Otro consejo para enfrentar una crisis es ver lo positivo de la situación. Un niño puede estar triste porque ya no va a las clases de fútbol, pero al pasar más tiempo con la familia, descubre que su abuelo fue portero y ahora aprende nuevas jugadas que le enseña a través de las videollamadas semanales.

Es importante transmitir a nuestros hijos la premisa de que venimos a este mundo a ser felices. Celebremos sus logros, por mínimos que sean, y reconozcamos sus esfuerzos. Al hacerlo, se estarán activando sustancias químicas que nos producen felicidad”, concluye la experta.

Consejos para ejercitar la resiliencia en familia

La Academia Americana de Pediatría identifica a las siete “Cs” para desarrollar la resiliencia en los hijos e hijas: competencia, confianza, conexión, carácter, contribución, control y confrontación. Junto con ello, se recomienda:

  • Fortalecer su autoestima.
  • Aprender a reconocer logros y capacidades.
  • Propiciar su independencia.
  • Confiar en ellos y apoyarlos.
  • Empoderarlos.
  • Promover la socialización.

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