Videojuegos: la delgada línea entre el pasatiempo y la adicción

Por Nayeli Rueda

Es fin de semana. Tu hijo o hija ha estado toda la mañana jugando videojuegos, y ahora que le has pedido que venga a comer y apague la consola, se enoja y explota en llanto. ¿Será esa una señal de que es adicto o adicta a los videojuegos?

Los videojuegos no son malos, pero si se invierten más de siete horas jugando al día y además se dejan de hacer otras actividades importantes, se puede pensar en una adicción, señala Jaime Eduardo Calixto, académico de la Facultad de Psicología de la UNAM.

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Para el doctor en neurociencias, se puede tratar de una adicción, si tu hija o hijo:

  • Por jugar videojuegos, tiene conflictos familiares.
  • Deja de cumplir con los objetivos escolares.
  • Presenta conductas irritables cuando no juega.
  • Interrumpe sus horas de sueño o ejercicio.

La clasificación internacional de enfermedades y problemas relacionados con la salud (CIE-11) de la Organización Mundial de la Salud, señala que se puede diagnosticar el trastorno por uso de videojuegos cuando:

  • Durante un periodo de al menos 12 meses, se muestra un comportamiento caracterizado por la pérdida del control sobre el tiempo que se pasa jugando.
  • El juego adquiere prioridad frente a otros intereses y actividades de manera continua, a pesar de sus consecuencias negativas.

En la actualidad, cualquier sustancia, situación o conducta que interrumpa la vida cotidiana y social de una persona, que no sepa cuándo parar, y que se mantenga mucho tiempo engarzado en la actividad sin querer hacer otra cosa más, se le define como adicción.

Hugo Sánchez Castillo, Facultad de Psicología UNAM

Importante establecer límites

Para el especialista de la UNAM, un factor que detona la adicción a los videojuegos es la poca retroalimentación de los padres con sus hijos para limitarlos. Si no hay comunicación y tampoco hay límites, se propicia y mantiene esta conducta.

La edad en que se inicia este proceso es entre los ocho y 15 años, periodo en que el cerebro no tiene las conexiones neuronales específicas para decir ‘no’.

Y si empieza a edades tempranas, es más difícil de controlar la adicción. “La edad es un punto importante, porque la región donde construimos el freno social, la corteza prefrontal, no está conectada durante la niñez y adolescencia; hay inmadurez cerebral. Jugar nos genera satisfactores y no tener un freno biológico y psicológico contribuye a no parar o posponer ese pasatiempo”.

Las nuevas directrices sobre actividad física, sedentarismo y sueño para niños menores de 5 años, elaboradas por un comité de expertos de la OMS, recomiendan que a los lactantes no se les exponga a pantallas y que los niños menores de cinco años no deben exceder de una hora frente a los dispositivos electrónicos: celular, tableta, consola de videojuegos, televisión. Cuanto menos, mejor.

“En cierto modo, la adicción a los videojuegos es más difícil de tratar que la adicción al alcohol o a las drogas, porque internet está en todas partes”.

Susumu Higuchi, director del Centro de Medicina y Tratamiento de Adicciones de Kurihama.

Buscar apoyo y tratamiento

Si has detectado alguna conducta que va en deterioro de la calidad de vida de tu hijo debido a los videojuegos, es importante que busques apoyo profesional para que puedan recibir asesoría ambos.

Los padres de familia deben atender el binomio papá/mamá-hijo/hija. Y estar conscientes de que se trata de una dependencia y, como tal, tratarse, así como identificar y reconocer que la convivencia social del niño ha disminuido, al igual que el rendimiento escolar y la comunicación en familia.

Según el nivel de adicción, puede recurrirse a terapia, atención psiquiátrica, paidopsiquiatría, incluso a estudios neurológicos. Si no se toman precauciones ante este problema, tarde o temprano tendrá consecuencias negativas en la conducta de los pequeños y en su desarrollo.

En México, 23.5 millones de personas mayores de siete años juegan videojuegos. De esta cifra, 11.7 millones lo hacen mediante un teléfono celular y el resto por consolas, de acuerdo con una encuesta del Instituto Federal de Telecomunicaciones en 2017.

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